18 de marzo de 2014

Te doy mi Palabra

Desde niños nos enseñaron que, la verdad muchas veces es dura y hasta casi cruel; pero que siempre el resultado de haber dicho la verdad, nos dará una paz interior. A medida que íbamos creciendo la sociedad nos trasmitió otros tipos de “verdades”; como que “Todo es relativo, o sea que Nada es absoluto”, o lo de las mentiras piadosas, que, según la “experiencia” de algunos, es muchas veces “más conveniente”, o también hemos escuchado expresiones tales como: Mentirita, Mentira Blanca (que no hace daño), la farreada (que consiste en engañar a alguien para reírse de él o de ella), tomada de pelo, etc., pero todos estos hábitos nos conducen a un sólo objetivo, temporal o permanente, y es FALTAR A LA VERDAD, no podemos construir sobre cimiento falso, así también no se pueden construir relaciones serias, formales o permanentes en base a mentiras, en algún momento, en toda relación de cualquier índole, las partes deben aclarar todas la dudas, sacar a luz todo secreto, contar toda la verdad, si es que pretendemos mantener la relación por mucho tiempo; pues es necesaria la confianza mutua, para poder avanzar a niveles superiores, en la amistad, en los negocios, en las relaciones familiares, especialmente en la pareja, porque cuando se pierde la confianza, es muy difícil restaurar la relación como al principio; muchas veces “por presión” tomamos decisiones que nos perjudican o causan daño emocional, o de relaciones.
Cuesta mucho más restaurar que no dañar, la verdad no daña, solo nos enfrenta a una situación que nos hacen madurar, o tal vez, nos enseñe a ser más tolerantes, las consecuencias de haber mentido son más destructivas a mediano y largo plazo.
Escuche hace muchos años que hay tres cosas que no pueden volver atrás, la flecha lanzada, la oportunidad perdida y la palabra dicha, decía un profesor de Ingles “antes de poner la lengua en movimiento, ponga su cerebro en funcionamiento”, porque a veces después de decir lo que pensamos, queremos “tragar las palabras” que dijimos, pero ya no es posible. Así que la verdad nos llevará indefectiblemente a un mejor relacionamiento, con todo nuestro entorno; Sabiendo todo esto, podríamos tomar la decisión de decir siempre la verdad? aunque esa verdad nos “perjudique” o no sea bien vista por la sociedad?, y si la mayoría de la población determina decir toda la verdad, siempre, entonces tendremos la autoridad moral para, exigir a  nuestros representantes de las cámaras, que sean honestos, veraces, y auténticos patriotas paraguayos, ¿será posible?, Como siempre, de nosotros depende, esta generación puede volver a comprometerse con la verdad, como en antaño, cuando, un apretón de manos era suficiente documento para una transacción, un negocio, una relación o un compromiso de vida.

Que siente un hombre en el trascurso de su vida?

Cuando ve a su abuelo pegarle a su abuela siente tristeza y asombro
Cuando ve a su padre pegarle a su madre siente tristeza y decepción
Después de pegarle a su esposa, siente rabia, decepcionado de sí mismo y frustración
Cuando ve a su yerno pegarle a su hija, siente tristeza e impotencia
Cuando ve a un desconocido pegarle a su nieta, siente tristeza, impotencia, rabia, decepción, amargura, desconsuelo.
Sin embargo, un hombre cuando ve a su Abuelo protegiendo a su abuela, siente admiración, alegría, felicidad, satisfacción, ternura.
Cuando ve a su padre honrar a su madre, se siente feliz, protegido, confiado, amado.
Cuando honra a su esposa, se siente dichoso, pleno, satisfecho, HOMBRE.
Cuando ve a su yerno cuidar a su hija, se siente animado, feliz, satisfecho, agradecido, confortado.
Cuando ve a su nieta siendo cuidada y protegida por un varón de verdad, siente paz, satisfacción, Gozo, felicidad.
¿Con qué clase de sentimientos quisieras llegar a la ancianidad?
¿Serías capaz de condenar a tus hijos a una vida llena de frustraciones y amarguras?
Ama a las mujeres que forman parte de tu vida, y harás que tu descendencia agradezca el haber vivido contigo.
Julio González Duarte